En Marcos 14:32-40 encontramos el momento en que Jesús ora en el jardín de Getsemaní antes de su arresto, expresando su angustia y sometiendo su voluntad a la del Padre.
Este pasaje me resulta bastante difícil. Aparentemente Jesús, un hombre que no quiere ir a la cruz, pero al mismo tiempo un sometimiento de su propia voluntad a la voluntad de Dios. Es extraño aunque un claro reflejo de la naturaleza 100% humana y 100% divina de Jesús.
Pero adentrémonos en los detalles. El pasaje está divido en tres partes. El porqué Jesús lleva a sus discípulos a este lugar, la oración de Jesús y la conclusión de la historia.
Jesús lleva a sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní
La primera pregunta es ¿Porqué el Señor Jesús llevó a sus discípulos a este lugar?. Un lugar al noreste de Jerusalém. Seguramente un lugar apartado del bullicio de la ciudad para encontrar paz. Nada complicado de concluir. Pero le pide a los discípulos, Pedro, Santiago y Juan que velen. En diferentes traducciones, que se queden despiertos. En este punto de la historia no les ha pedido que oren, solamente que se queden despiertos por si pasa algo.
Una primera ordenanza del Señor, no solo a sus discípulos, sino a nosotros, la iglesia, que nos mantengamos despiertos. El enemigo acecha y el Señor nos pide que lo esperemos.
Jesús expresa su abrumadora angustia
En la oración de Jesús, primero se arrodilló en el suelo, en señal de sumisión y reverencia a Dios. Oró que, si fuera posible, la hora que se acercaba pasara de largo. ¿Qué estaría sintiendo Jesús en este momento? ¿La angustia de la muerte? ¿La angustia de la división con el Padre? ¿La angustia del nuestro pecado?. Tal vez todas las anteriores e incluso mas.
Por el contrario, nosotros vamos de temerarios por la vida, pensando que no necesitamos de Dios, siempre muy jóvenes, muy ocupados, muy entretenidos. No vemos ni sentimos lo que deberíamos sentir por el pecado, por la ausencia de Dios en nuestra vida, por la muerte eterna, no por la primera muerte sino por la segunda. Un fin total.
Despreocupados, cuando en realidad deberíamos sentir esa misma angustia, esa necesidad de Dios, ese pánico por el pecar, incluso siendo y conociendo de la palabra, pecamos deliberadamente. Tanto susto deberíamos tener de la horrenda muerte espiritual. Pero en cambio dormidos.
«¡Abba, Padre!», exclamó. "Papito". Tu eres soberano, nada se escapa de tu control, y aunque no quiero hacerlo en mi humanidad, quiero y voy a obedecer tu voluntad.
Esto deberíamos nosotros repetirlo, que se vuelva rhema en nuestra vida, buscando continuamente a Dios, buscando continuamente su voluntad, buscando continuamente obedecer.
Los discípulos dormidos
El maestro reprende a los discípulos porque no se mantuvieron despiertos, y cuando regresa en esta segunda ocasión si les ordena que oren para que no caigan en la tentación. ¿Para qué es la oración? para no caer en la tentación. Todos tenemos tentaciones, y para no caer debemos orar, así como el Señor oró para mantenerse firme, nosotros debemos hacer lo mismo. Obedecer la voluntad de Dios aunque nuestro cuerpo no quiera, nuestro espíritu si quiere.
La tercera vez que regresó el Señor, nuevamente dormidos. Que no nos pase iglesia que viene el Señor y nosotros dormidos. Triste sería que llegara el enemigo a por nosotros mientras dormimos, pero peor si llega el señor y nosotros dormidos. Que angustia.
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