El eslogan del ahora actual presidente de Argentina denota el principal tema de discusión. “La libertad”.
Pero no hay que confundirse. La libertad no implica hacer lo que me da la regalada voluntad, esto sería libertinaje, sino que tiene un límite. La libertad se extiende hasta donde no interfiera con la libertad y los derechos de otro.
Entonces, cómo dice el mismo Javier Milei: “El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el PRINCIPIO DE NO AGRESIÓN y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad.”
Esto si que genera debate. Sin embargo, en esto no hay líneas grises. Por más que traten de trazarlas. Es blanco o es negro.
En 1789, la Asamblea Nacional del pueblo francés declaró los derechos del hombre, en donde se exponen, la vida, la libertad, la igualdad de derechos y la propiedad, entre otros. En donde reza que la libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a los demás [1]. En este punto todos estamos de acuerdo, si no, entonces que se vaya a vivir a oriente, porque en la mayoría de las constituciones de occidente esto esta plasmado de una u otra forma, incluida la Colombiana.
Aunque esto no es más que una vil copia de lo ya escrito en la Torá. Según la tradición judía y cristiana, se cree que los Diez Mandamientos fueron entregados a Moisés en el Monte Sinaí alrededor del siglo XIII a.C., durante el éxodo de los israelitas de Egipto. En estos, los primeros cuatro mandamientos están orientados verticalmente hacia el Señor, pero los otros seis están orientados de manera horizontal hacia el prójimo.
- Honra a tu padre y a tu madre.
- No matarás.
- No cometerás adulterio.
- No hurtarás.
- No dirás falso testimonio contra tu prójimo.
- No codiciarás
De estos últimos seis, los primeros dos tienen que ver con el respeto por el derecho a la vida, el tercero y quinto con el respeto a la libertad del prójimo, el cuarto y sexto con el respeto hacia la propiedad privada.
Así que no importa si eres teísta o no, la verdad es que la libertad no puede ser libertinaje y tiene un límite: La libertad de otros. Esto implica que, la violencia, el asesinato, el chantaje o la extorsión son agresiones que violan, si o si, los derechos del hombre.
Respecto a la propiedad privada, concepto completamente opuesto al colectivismo marxista, me pregunto si con base en el pasaje de Éxodo 20, ¿un creyente podría ser socialista?
Dígamelo usted querido lector, pensando en la parábola de la flauta:
Tres niños discuten sobre la propiedad de una flauta y usted, tiene el encargo de decidir a cuál de ellos se la atribuirá. Ana, la primera niña, alega: - Debería ser para mí, pues soy la única de los tres que sabe tocar la flauta. El segundo niño, Bob, dice: - Dádmela a mí, pues soy el más pobre, no tengo nada, nada. Y, finalmente, sostiene Carla: - Me corresponde a mí, pues la hice yo. [2]
Ahora yo pregunto: ¿A cuenta de que excusa filosófica deberíamos robarle la flauta a Carla para dársela a Bob por ser pobre, o a Ana por ser músico? Porque sí. Quitarle la flauta por la fuerza a quien la posee inicialmente, para dársela a otro o quedársela, es un robo, un hurto descarado. Francamente no se puede hacer justicia haciendo injusticia.
Respecto a la igualdad, los derechos del hombre están definiendo claramente la igualdad de derechos frente a la ley. Nunca en términos de riqueza, nunca en términos de género, nunca en término de elecciones, nunca en términos de circunstancias. Todos deberíamos ser tratados como iguales ante la ley, sin privilegios por raza, credo, género o situación económica.
Resulta que el socialismo predica la codicia, si otro tiene entonces hay que quitarle para darle a todos por igual. Si esto se pudiera hacer en términos de riqueza, un solo segundo después no habría igualdad de riqueza. Porque uno compraría, otro vendería, uno ahorraría, otro gastaría, uno invertiría y otro perdería. La solución entonces es que no haya riqueza.
Les soy sincero y lo reconozco. Matemáticamente está demostrado que el altruismo absoluto generaría un bienestar mayor para la sociedad, es decir, un óptimo de Pareto o lo que Marx llamaba el ideal comunista. Esto quiere decir que si TODOS, SIN EXCEPCIÓN, fuéramos TOTALMENTE altruistas, sin pensar en absoluto en el yo, el sueño comunista se podría lograr.
Sin embargo, con al menos uno solito de los más de 7 billones de personas que vivimos en simultáneo en este mundo, pensara aunque sea un poquitico en sí mismo, ese óptimo de Pareto se rompería y francamente no podríamos alcanzar esta utopía, sino que llegaríamos a lo que la teoría llama un equilibrio de Nash. Un estado que no es necesariamente el mejor, pero si estable. Este equilibrio lo describió mejor John Smith como la mano invisible del libre mercado.
Para desgracia de todos, yo soy ese metodológicamente individualista, es decir egoísta, que dañaría ese optimo de Pareto. Y soy lo suficientemente humilde para reconocerlo, luego no es más que inútil pensar que podríamos avanzar en el camino del comunismo.
Y es que en ese egoísmo, buscando lo mejor para mí y para mi familia, es que trabajo, compito y presto el mejor servicio posible para que otros se vean beneficiados y que me paguen (no que me regalen) lo suficiente y necesario para cubrir mis gastos y poder autónomamente compartir con algún débil alguna ayuda, no desde la imposición social sino desde mi propia libertad de elección.
Ciertamente considero peor el orgullo de los socialistas que piensan que ellos no sufren de ese individualismo metodológico, es decir egoísmo, y por tanto creen que pueden lograr a punta de violencia, imposición y violación de los derechos, ese sistema socioeconómico, obligando a unos y quitándole responsabilidad a otros.
Están sinceramente equivocados. Es eso, o de verdad saben que están mintiendo y deliberadamente usan el discurso para aprovecharse de las mentes ingenuas y obtener su propia utilidad a costa de los demás.
Esto no significa que no podamos llegar a un consenso social para que entre todos paguemos educación, salud, infraestructura, seguridad y/o pensión (véase el quinto de los diez mandamientos). Pero tampoco son responsabilidad comunal los errores individuales.
Finalmente yo creo y defiendo la democracia, pero si alguno quiere que lleguemos a un consenso poniendome un arma en la sien para imponer sus ideas, de seguro que así no es, pero es que ese alguno tampoco debe esperar menos que la imposición de fuerza para ser reprimido.
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